A veces tienes que cometer un gran error para darte cuenta de cómo hacer las cosas bien. Siempre he pensado que el fin justifica los medios, aunque hace unos días he cambiado de parecer. No me gusta intimar demasiado con alguien, porque sino luego me engancho y cuando la cosa acaba... Pero esto no se elige, así que hace poco sucedió. Empecé a querer a la persona más inesperada, de tal modo que no me importaba que no tuviésemos nada en común, que fuese reservado y tan poco cariñoso... Le quería de tal manera que dejé de pensar en mí para pensar en nosotros. La verdad es que tenía mil motivos para odiarle, pero por todos ellos le quería, aunque estaba tan ciega pensando en "que pasaría si..." que me di cuenta un poco tarde: el tema estaba más que muerto y enterrado. ¿Cómo arreglar lo que yo solita había estropeado? Mintiendo, es lo más fácil. El problema de las mentiras es que, cuando empiezas, no puedes parar, y llega un momento en el que guardas tantas que parece que vas a reventar. Mentí, y mentí tanto que llegó el punto en el que la situación se me estaba yendo de las manos. Crees que lo tienes todo controlado, pero no es así. Era tan grande el peso que llevaba que decidí parar. Algo que olvidamos es lo bien que nos sentimos cuando contamos la verdad, pues esa carga tan pesada que llevábamos a la espalda, desaparece. Pero no siempre sale bien. A mi no me funcionó porque, si algo malo tienen las mentiras, es que cuando por fin te decides a contar la verdad, la confianza desaparece. Digas lo que digas, ya no te van a creer. ¿Cómo recuperarla? Tiempo, el tiempo todo lo cura, o eso dicen, aunque yo tengo mis dudas... Creo que si pensaramos cuánto nos jugamos mintiendo, no lo haríamos. Y menos si se trata de alguien importante en nuestra vida, porque cuando te quitas el peso de la mentira, cargas uno todavía más grande: el de la culpa, y es tan pesado que puede llegar a hundirte. No podía más, y conté la verdad. No para que me perdonara, sino porque creo que hay gente a la que, por lo menos, le debemos eso.
¿Mi conclusión? Que nada te hará sentir más imbécil que engañar a quien quieres, porque le pierdes. Y duele...
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